Cuando uno se encuentra con un trozo de barro en la mano, no siempre sabe lo que quiere hacer y los dedos tienen que ir buscando la forma escondida en esa masa. Ahí apareció este joven delgadito y melancólico, que resistió hornos y oxidaciones antes de lucir su bañador rayado.
La bici que le compraron de segunda mano. La bici que le compraron nueva y le robó un vecino, apenas estrenada. Lo que corrió su padre por Ávila, detrás del chaval que se llevo la bici. La tabarra que dio a su madre para que le compraran la primera bicicleta. Los paseos hasta...
Me ha contado tantas historias, que la tercera pieza de bronce fue para Quique.
Mi hija es delgada y menuda y es fotógrafa.
Al principio, como esta figurita, parece frágil, pero luego te das cuenta de que es de bronce.
Esta fue mi segunda pieza.
Tuvimos tres perros, pero ahora solo nos queda una perrita muy vieja y muy bajita. En su cartilla dice que se llama Balihoo, una extrañeza que nosotros convertimos en Báliju y que ha derivado en Marijuli.
Cuando mi hijo llega a casa, lo primero que hace es saludarla y acariciarle la cabeza, hola morsa, le dice.
Él ha ido creciendo y cada vez hace una curva más pronunciada al agacharse. Esa figura me gusta mucho. Por eso, la primera pieza que hice en bronce fue esta.